Barrio Chino
Viví la infancia en una planta baja
en pleno Barrio Chino
en medio de dulces y lecheras
interrogantes y ojeras.
Un gato negro se paseaba entre mis piernas
mientras yo, con un lápiz mordido,
jugaba con un poema.
Algunas tardes merendaban en casa
clientes diferentes
mendigos, prostitutas, travestidos
-buena gente-
otras, me sentaba en una silla baja
para ver como la vida, vestida de rojo,
se paseaba contoneándose por la acera.
Ahora vivo en un quinto sin ascensor
-he mejorado-
tengo palomas en la azotea
y un día invité a la vida a que subiera.
“Una llamada tuya bastará para sanarme”
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