El sol se despierta tímido
como un niño asustado
con la carita limpia
y el pelo revuelto.
Pide permiso para salir
para jugar con el viento,
las montañas, los pájaros
y el horizonte.
Pero volverá a ser travieso
lanzará dardos de fuego
sobre los árboles, las aguas
y la tierra árida.
Bajo su manto de oro
todo será luz, fuego y hastío
y jugando como un niño seguirá
hasta el ocaso somnoliento.
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