En ciertos momentos,
cuando la soledad está tan cerca
que parece mi sombra,
se estremece mi cuerpo
y escriben poemas mis manos.
Porque entonces,
no tiene prisa el mundo
y el reloj encarcelado en mi pecho
es el único tambor
que rige el universo.
Y es en esos instantes fúnebres
cuando presiento la impotencia
y mis ojos crean cauces de lágrimas
hasta el delta de mis labios.
Y yo desearía ser menos humano,
para sólo temblar
cuando tuviese frío.
del libro " DE LA VIDA Y LAS LÁGRIMAS.
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