jueves, 31 de marzo de 2022

Antonio García Velasco

 






La luchadora


 

¡Qué luchadora aquella mujer!

—Mamá, mamá, vente, vente.

—Idos, idos, poneos a salvo. Ya iré yo con vosotros, ya iré yo.

Tenía rojo de sangre oscura el vendaje de su pierna herida por la bala del invasor y, pese al desgarro, consiguió arrastrarse hasta el arma del soldado caído y, para cubrir la marcha de los suyos hacia un lugar seguro, disparó, disparó al atacante. Hasta agotar el cargador.

Una bomba destruyó el edificio. Consiguió ella salvarse de los escombros y, marcada por el intenso dolor, buscaba nuevos cargadores para su arma defensiva. Sus hijos se habían alejado, llorando, llamándola, desamparados. Antes de encontrar la munición, un proyectil lanzado desde un tanque le causó nuevas y  graves heridas.

Dos niños y una niña sin padres fueron guiados por los voluntarios hasta que cruzaron la frontera junto a miles de refugiados.


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