Me recuesto en la almohada
de tu sangre con la ilusión
de los primeros astros.
Voy a latir en tu boca,
nada frenará el impacto
de mi aliento en tu jugo
de dios noctámbulo,
compartiremos
la levedad de la saliva,
llenarás tus manos
de mis pertenencias,
pondrás nombre
al aroma de cada dedo,
volverás sobre mí
para indicarme el camino,
vendrá el Mar Muerto
para que flotemos
en el silencio de sal,
harán una pausa
mis cincos sentidos.
Te miraré - el hallazgo
de la música - tu voz
sonando en la crecida
del mundo
(el río, la nube, el viento).
Después se quejará
la noche. Cuando te
duermas y el vacío
corra a sus anchas
por la habitación.
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