miércoles, 2 de marzo de 2022

Loli González Vázquez

 


Hambre 1.936


En una cama sombría
lloraba su hambre.
Su vientre se había plegado.
Clamaba al cielo.
Su boca deshidratada
parecía pender de una losa
que no la dejaba respirar.
El estómago en tinieblas pedía alimento
pero en aquel tubo digestivo
parecía alojarse un gato,
un gato rabioso que arañaba sus entrañas
noche y día
sin dejar de maullar.
El felino se alimentaba de su anémica sangre
pero la joven, cansada y con un llanto sin final,
se abandonaba lentamente, hondamente
…al sueño.
No, no tenía intención de morir,
solo quería calmar al inquisidor de sus tripas.
Así fue lo que vivió.
Así lo que sufrió.
Así fue su historia de hambre
y yo, su hija, recojo el testigo de su dolor.
Que también es el mío.
Hoy su polvo está en el aire;
flota en luz
y vuela.
Todo es espacio.
Estas letras sentidas, las guardaré…en su cajita de estrellas.
***

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