LA LLEGADA
Apareciste haciendo ruido
y sin esperarte,
como cuando te quitas los vaqueros
y caen al suelo las monedas.
Así viniste,
cambiándome los planes,
erizándome la piel
como una canción antigua.
Entraste en el bar
esquivando a jóvenes de pantalón corto
y a adolescentes que descubren la cerveza.
Y, tras de ti, un huracán fuerte.
Llegaste tropical y acertado.
Necesario.
Un azul de repente.
Nunca había estado tan cerca del mar.
Caí.
Me hundí hasta el fondo.
Y respiré tan profundo
como al terminar de leer un buen poema.
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