Recogió sus cosas y se marchó
dejó su aliento marchito
en el cajón del olvido, allí,
en un rincón del hogar, del lugar
que encendió su corazón,
hoy arrugado.
Escogió el camino que le trajo aquí
volvió a recorrerlo paso a paso
desandando las ilusiones,
la emoción del nuevo amanecer,
el de aquel día.
Caminó horas, bebió estrellas,
miró los campos verdes
como alfombras de doradas flores
escoltando sus pasos.
La mirada alta, la mente serena
su cuerpo cansado, somnoliento,
dejaba atrás la tristeza en la piel,
la nieve en la sien.
Las piedras del camino
le marcaban su destino incierto
en un cruce de caminos cualquiera.
Se sentó en aquella encrucijada
pensando sin pensar, pensando,
meditando en su existencia,
en el nuevo anochecer, allí,
se quedó quieto, allí,
en un cruce de sentimientos,
en un cruce de caminos.
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