Pienso que, al fin,
no sería tan difícildespojarme de tu voz,
de tus manos entrelazadas en las mías
como buscando entre mis dedos
una promesa que nunca te hice.
No resultaría tan difícil olvidar
la urgencia nocturna de las sábanas,
tu cuerpo y el mío como frases agitadas
aguardando unos labios que las nombren,
buscándonos entre sujeto y predicado
un verbo que nos hiciera imprescindibles.
Pienso que, al fin,
no sería tan difícil dejar las cosas
tal como fueron;
tú y yo,
en una habitación sin muebles ni pasado,
aguardando el alba,
desnudos,
sin hacernos daño.
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