Con la boca pegada al cielo,
en la asfixia de un amor
que nace y va muriendo,
para besarte únicamente
con el deseo.
Nos iniciamos en el azul
como peces de infierno.
Somos fuego invertebrado,
el uno sobre el otro
rebosando flores de silencio.
Nos contemplamos en la huída
de lo tangible, todo el aroma
nos descansa al descubierto.
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