A LAS MUJERES MALTRATADAS
PUÑOS QUE DICEN AMARTE
que son de mármol blanco,
porque olvidan,
hay un liviano vahído de versos,
que mecen tus cabellos de ideas
fragmentadas a golpes.
El silencio se bambolea
entre los brazos perdidos de la Venus
que bañó su ilusión
en un mar que no era suyo.
Has caminado errante,
y tenías los ojos demasiado azules de libertad,
y la boca jugosa, fruta entregada.
Es una forma ingenua
de dejar que te atropellen el alma.
Se ha estremecido el aire oro de una tarde
que ya es piedra.
¿Quién quiere ver tu boca
cosida por puños que dicen amarte?
Hay un agua hirviente que pasa de vaso a vaso
hasta convertirse en sangre.
Es una consagración endemoniada
de la que sólo tú puedes huir.
Y los demás, giramos los ojos mirando eternidades
como si los obreros del alma se hubieran puesto en huelga.
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