MI LUGAR EN EL MUNDO
Mi lugar en el mundo contiene un faro y un mar de fondo, margaritas desperezándose al sol, que aún guardan caricias de infancia.
Mi lugar en el mundo contiene, flotando en el aire, la voz de mi abuela cantándome coplas de amores antiguos. Contiene la siesta y los libros leídos y las tardes de playa, y el amor de mi tía, el compartir con mi hermana y con mi prima; las noches de risas y de terraza, y una chimenea en invierno, devorando las piñas y las ramas para calentarnos el corazón. No éramos conscientes entonces de cuánto necesitaríamos más tarde, con los años que intentan vencernos a base de frío y de ausencias, ese calor que nos reunía a todos frente a las llamas, y nos ponía a arder los mofletes, tan dados a llevar siempre sostenida la sonrisa. Un espacio que albergó la alegría que también dejaron en nosotros los amigos que vinieron a compartirlo.
Mi lugar en el mundo contiene un limonero abundante, generoso, coloreando mi memoria, refrescándome en la distancia con su aroma limpio y vibrante. Es el aroma que envuelve el crecer de mis hijos, la alegría de mis padres y los tiempos felices. Ahora Darío, el pequeñín es la alegría y es la esperanza.
Mi lugar en el mundo, a veces se echa a dormir en mi memoria, y yo lo despierto para seguir habitando todos sus rincones, y traerlo de vuelta en mis noches de invierno, con su luz de faro en la tormenta y con sus flores del mediodía.
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