Ahora la música es el amor.
Y los versos, los versos sonel oxígeno de ese amor.
Y las canciones, las canciones son
el alimento para ese amor,
que aún sin receptor sigue siendo mío.
Cada canción que me acaricia,
es el sustento para esa libertad
que me florece
en ramilletes por la garganta.
La música, la música...
ese espacio de luz de faro
en los mares oscuros,
en los que a veces
se nos convierte la vida.
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Pedro Javier Martín Pedrós Qué bonito lo que has hecho. Te lo agradezco mucho.
ResponderEliminarGracias por compartir, una vez más, uno de mis poemas, y de esta forma tan especial.
Un abrazo.