Nos estamos dañando,
ya hemos adoptado esta costumbre
de rasgarnos un poco por minuto.
nos hacemos muy viejos esperando
algún cambio sin grito de agonía.
Hay nubes en el techo de la casa,
el riego de las plantas es continuo por lloros.
Y ese olor a impotencia se ha instalado
precediendo a las búsquedas nocturnas.
Nos estamos dañando,
quizás esto ya sea una costumbre
pero estamos los dos
con este mar de fondo a la deriva,
tentando a ese animal que ambos somos
y está siempre al acecho con sus uñas.
Tan distante de mi y yo tan sola,
en este laberinto de mi mente
simétrico a tu espíritu,
por eso aún no he perdido la esperanza
de que sepas un poco que te quiero.
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