sábado, 13 de diciembre de 2025

Javier Sánchez Durán

 







No sé que esperáis de mí.
Hace tiempo que me despojé de la corteza de mis versos,
y hoy la brisa se levantó y arrancó de mi piel
las últimas metáforas.
Aquí estoy desnudo sin recato,

os muestro mi cuerpo exento de aspavientos y artificios.
Aguardo vuestras miradas sin decoro ni pudor
que evite mi desabrigo voluntario.
Soy yo mismo sin disimulo ni disfraz.
Con los años y el buen uso
se me suavizó la piel que me envuelve
y es agradable al tacto y a los roces.
Ahora espero de vosotros los mismos actos,
el mismo comportamiento,
dejad que el viento se lleve los oropeles,
que el agua lave vuestra piel y se muestre limpia de artefactos.
No pongais fronteras al sol, ni al aire, ya sea huracán o brisa,
y dejad que la lluvia humedezca vuestros ojos,
y resbale por vosotros sin ningun impedimento,
que el viento sacuda vuestro pelo
y lanzaros sin miedo sobre la hierba húmeda
que el sol se encargará de escurriros con mimo y sin reparo.
No hay fronteras tampoco para los besos y caricias,
para las ternuras expresadas con nuestros dedos o con nuestros labios,
ni tampoco para el amor o el sexo necesario.
Es preciso el abrazo porque no tiene precio,
y hoy se necesita y urge aquello que escasea
y no compran los comerciantes
porque no ha sido tasado
ni se puede medir en cantidades concisas y concretas.
Es hora de dejar los mercados
y acudir a las donaciones o dádivas profundas
sin que medie ningún regateo o trato.
Es la vida que nos llama y nos exige
cumplir nuestros actos
y asumir el papel primigenio y originario
anterior a los precios y anterior al comercio
de lo que no tiene tasa



Nikki GiovanniNikki Giovanni

 




La poeta norteamericana Nikki Giovanni ha sido una de las principales representantes, a lo largo del último medio siglo, de lo que podríamos denominar una suerte de poesía vinculada con el activismo racial y feminista.

Cosas aceptables
He matado a una araña
no a una asesina araña violinista
ni siquiera a una viuda negra
si la verdad tuviese que ser dicha
no se trataba más que de una pequeña
araña, con textura de papel,
que debería haber corrido
cuando agarré el libro
pero no lo hizo
y me asustó
y la aplasté
No creo
tener permiso
para matar algo
bajo el único pretexto de estar
asustada



Traducción de Adrián Viéitez.