Te he leído
en las paredes desnudas de la casa,
en el salón inhóspito
que, sin ti, se despide de los astros.
Un murmullo pregona el eco de tu nombre,
que percute en las sillas y en las mesas.
La casa,
con tu ausencia,
deja de serlo al instante
y adquiere los olores yermos del árido desierto.
Te espero
para darle vida a las cosas,
aquellas cotidianas,
que nos abordan a diario,
y manan como el agua
de tus ojos y mis labios
en las paredes desnudas de la casa,
en el salón inhóspito
que, sin ti, se despide de los astros.
Un murmullo pregona el eco de tu nombre,
que percute en las sillas y en las mesas.
La casa,
con tu ausencia,
deja de serlo al instante
y adquiere los olores yermos del árido desierto.
Te espero
para darle vida a las cosas,
aquellas cotidianas,
que nos abordan a diario,
y manan como el agua
de tus ojos y mis labios
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