María José Leblic.-
Dulcemente acaricio tu expresión de miel,
y con el silencio sagrado de algún poema
esta noche me despido.
Sin ti sobra todo, y mi música nocturna
me mira triste, sin belleza, sus notas se
vuelven imprevisibles.
Yo, redimida y sin esperanza elevo
este amor que duele.
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