sábado, 2 de marzo de 2019

Loli González Vázquez




Hambre  1.936                                        


En una cama sombría

lloraba su hambre.

Su vientre se había plegado.

Clamaba al cielo.

Su boca deshidratada

parecía pender de una losa

que no la dejaba respirar.


El estómago en tinieblas pedía alimento

pero en aquel tubo digestivo

parecía alojarse un gato,

un gato rabioso que arañaba sus entrañas

noche y día

sin dejar de maullar.


El felino se alimentaba de su anémica sangre

pero la joven, cansada y con un llanto sin final,

se abandonaba lentamente, hondamente

…al sueño.

No, no tenía intención de morir,

solo quería calmar al inquisidor de sus tripas.

Así fue lo que vivió.

Así lo que sufrió.

Así fue su historia de hambre

y yo, su hija, recojo el testigo de su dolor.

Que también es el mío.

Hoy su polvo está en el aire;

flota en luz

y vuela.

Todo es espacio.

Estas letras sentidas, las guardaré…en su cajita de estrellas.



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