Cambié la cama 
por la encimera de mármol fría 
y envolvente de la cocina.
Te acaricié tumbada 
sobre la mesa de roble 
de la abuela.
Los besos los dejé para el sofá 
mientras la tele seguía encendida.
Las caricias para el césped
tapados por sábanas blancas
bajo las estrellas.
Siempre me negué 
a que la cama solo fuera 
para dormir y hacer sexo.
                  Del libro:   Versos de agua. 

                    


 
No hay comentarios:
Publicar un comentario