En calidad de hombre suplico un golpe
de mar en el costado, y como huérfano
de viñedos en los campos, reclamo
un trozo de papel donde esculpir
algún verso que otro. Porque presiento
que echar raíces a medio camino
del silencio es una ingratitud, no
ya al hambre, a esta condición de soberbio
mendigo, empeñado en desentrañar
a golpes de rimas algún indicio
donde encontrar sitio y descansar. Sí,
huir, caer como hoja en plenilunio,
en entera aridez, justo allá donde
el cielo se revuelve sobre sí
mismo, sin ser apenas firmamento.
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