sábado, 5 de septiembre de 2020

Francisca Aguirre


Las manos

Pensamos porque tenemos manos

Anaxágoras

Me ha costado muchísimo educarlas

y no estoy muy segura de haberlo conseguido

porque la mayor parte de las veces

actúan por su cuenta se disparan

es como si tuvieran vida propia.

Algunas veces he pensado que solapadamente

sin darle cuenta a nadie

es decir sin decírmelo a mí

que al fin y al cabo soy su dueña

estas dos lagartijas estas aficionadas al tanteo

han conseguido nadie sabe cómo

elaborar una Constitución y no contentas con eso

han llevado adelante un Estatuto

lo que supone para mí un auténtico caos.

Porque no hay forma de poner de acuerdo

a estas dos desgraciadas a estas dos inconscientes

que se pasan la vida peleando

defendiendo con verdadera saña sus derechos:

la solidaridad insobornable de la izquierda

el orden la cordura y el respeto que para sí reclama la derecha.

Mientras el cuerpo el miserable cuerpo del que viven:

el tronco las axilas los brazos y los antebrazos las muñecas

no encuentran la manera de aplacarlas

de hacerles entender que si se empeñan

esto va a terminar en un entierro.

Que lo mejor sería que empezaran

a sacarle provecho a la distancia

al espacio que las separa equitativo

y a disfrutar del ritmo que produce

unirse de improviso una con otra

y jalear alegremente el hecho sorprendente y audaz

de que por fin la vida nos acerque aunque sea tan sólo

de manera fugaz como era de esperar.


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