viernes, 30 de octubre de 2020

Margarito Cuéllar

 




SOL DEL PESIMISTA

(Escrito en la hoja en blanco de un libro de Óscar Hahn)

 

Para Ayax

 

Pez y mismo.

El mundo contagiado de esa música.

Hoy despertó mi hijo con manchas en la piel

y arroja dardos con veneno

a la Iglesia, al policía del barrio

a sus compañeros del colegio

a los padres de sus compañeros del colegio

a los maestros de los padres de sus compañeros del colegio

al perro que dormita feliz

en vez de ahuyentar a las palomas

que lo privan de su alimento;

al gato que duerme junto al perro

en vez de perseguir a las palomas

que lo dejan sin alimento

a Santaclaus que no se pone a dieta

ni va al gym media hora tres días a la semana

a los Reyes Magos

porque olvidaron un elefante afuera de la casa

desde que mi hijo cumplió seis años;

a Caperucita Roja por no escapar del cuento

a Borges por excluir de los dones la vida eterna

a Bob Dylan por no callarse a tiempo

a Maradona por querer ser Dios

a Dios por burlar a Maradona

a la Indeseable en el tablero de la muerte

a las víboras por cambiar de piel

a los tigres por saltar aros de fuego 112

a cambio de un pedazo de pan

a Cioran al Papa a Obama.

A mi hijo mayor le queda un dardo.

No sabe si disparar al chico del espejo

o al pesimista que arroja pelotitas de optimismo;

No, el amor lo persigue

en una bicicleta verde.

Sale de la pecera en busca de un mar cierto

donde lo esperan peces bendecidos

como él, aunque pronto el agua

sea insuficiente para el tamaño de sus sueños.

Su agenda

antes de alcanzar los traicioneros 20:

derrumbar la estatua de Rimbaud

que ríe desafiante desde la selva de su cuarto,

trazar un puente de aire y partituras,

pájaros y silencios

desde Utopía -patria por descubrirse- a Nunca Jamás.

Embarcación y tribu esperan en el próximo viaje.

 

 

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