Esta semana tuve un poco de todo y un poco de nada.
Tuve una despedida y un reencuentro,
una conversación con cervezas y aceitunas,
un hombre hablándome de mis ojos
y de escalas musicales,
una mirada al techo y al patio interior,
un mensaje que no esperaba,
una sonrisa infantil,
un poema en la punta de los dedos.
Tuve tu voz al otro lado del teléfono,
mientras naufragabas rodeado de gente
en pleno centro de Madrid.
Sólo quería
tener tus manos tan tristes sobre mi espalda,
que sonrieras como cuando eras feliz,
que me abrazaras
como el que se marcha a un largo viaje,
que me abrazaras
como el que regresa de un largo viaje.
Marta Pumarega Rubio
Antónimo de cobijo
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