Presuntamente, he llegado hasta aquí
en el verso atrevido de un poema suicida.
Apasionadamente vulnerable.
Apenas transeúnte.
Ahora cierro los ojos y recuerdo caminos.
El paso agigantado de la vida
nos cuestiona ese cuándo, ese dónde y por qué
hemos dejado atrás las sandalias del nómada.
Tú me dices que amar es un silencio,
una mirada tierna,
un apretar de pechos fundidos en la nieve.
Yo te digo que amar es detenerse en la piel.
La magia que nos jode cada día
al corregirnos, los dos, de los mismos errores.
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