LAS PLAZAS DEL ABANDONO
Para una vieja amiga, la Flaca
Tú y yo hemos vivido en las plazas del abandono y de la angustia, hemos viajado a miles de kilómetros por hora a través de las galaxias del olvido y hemos visto de cerca la cara de la muerte en las autopistas de la desolación. Somos viajeros sin destino y sin cuaderno de bitácora, somos asfixiados transeúntes por los territorios de un cansancio bíblico, que asumimos nuestra pena como cuando el mismísimo Noé cobijaba a sus criaturas y el Diluvio era tan Universal como el silencio y el terror de las gacelas. Y sin embargo y quizás gracias a eso, hoy podemos amarnos con la fe, la esperanza y la caridad de una manada de búfalos, buscando el fresco rocío del amanecer, la escarcha de tulipanes que crece entre tu boca y en la mía cuando como arcángeles heridos nos besamos, y yo, con mis dedos de náufrago, pongo en tu boca el fraternal Signo del Pez. Ay, amor, que no me falte la espuma de tu dicha, ni el asombro de tu risa, ni el poema de tus labios, ni el huracán de tus caricias. Ay, amor, santifícame en el nombre de la vida y los cometas, cántame tus dulces canciones al oído, que sea tu voz el Universo que me colma, y tus caricias la penúltima nana que me haga dormir de una vez y para siempre entre las estrellas de Orión. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario