Concierto barroco
Primavera
Allegro
I
Ojalá que te bebas mis sueños,
que mi nombre se extienda por
todo tu cuerpo.
Que me pierda en tu piel de aceituna
en las lentas horas de abril y
de luna.
Ojalá a mi cintura
se amarre la cinta de tu sangre oscura.
Y
que por tus labios
húmedos y sabios
transiten mis besos de óxido y de
llanto.
Ojalá que asciendas
por mi sangre enhiesta
con la fiebre izada
como una bandera.
Aunque luego huyas.
Aunque nunca vuelvas.
Aunque se haga negra
esta primavera.
Aunque yo me muera.
II
Se ha subvertido el
orden,
la ley, lo establecido...
Las lágrimas son cifra de un gozo
innominado,
el silencio es intenso mensaje estremecido,
lo que ayer
importaba
ahora parece ínfimo,
el sosiego hace daño,
el placer es
gemido...
Nos corona la noche de dalias y de mirto.
III
En esta amanecida inaugural y áurea
un ángel con melena
llega de los pinares;
lo acerca nuestro aliento de besos y de mares
hasta el lecho de hierba donde el amor se instaura.
Nos contempla y sonríe, nos envuelve en su aura
de acuática armonía,
de luz y pleamares,
anudados, febriles, confundidos, impares,
exhaustos en un ansia que la noche restaura.
Génesis de la vida súbitamente abierta
en tu carne y mi carne, en mi
surco y tu arado,
invasión consentida de mi huerto sellado,
luminosa lanzada rasgando mi cintura,
muerte que siembra vida, vida
que se inaugura.
Paraíso cerrado que nos abre su puerta.
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