miércoles, 13 de abril de 2022

Marta Pumarega Rubio

 


Tú no lo sabes,
nadie podría saberlo,
soy la niña que huye de su sombra,
el silencio sostenido en el tiempo,
el paisaje estremecedor de la pérdida,
una luz apagada en el pasillo.
Tengo los oídos anegados de sirenas,
una mirada que ya no puede ver de lejos,
los labios agostados por el frío.
He perdido tantas veces
la razón
frente al espejo.
No lo sabes,
nadie podría saberlo,
pero tengo la necesidad
de empezar a cantar
como un pájaro
que espera su primavera.


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