Tengo un dolor clavado
como una carie en el hueso de la vida.
Y tú no eres culpable
porque los acantilados se forman
al paso permanente de las olas
sin embargo se saben eternamente atados
a las mareas que fluyen incansables
y la fuerza invisible que las genera.
Es su naturaleza y lo saben,
como saben que mientras destruyen
la piedra infatigables
dan vida a otra forma
y embellecen la costa.
Como un viejo acantilado,
así me recorre el dolor
el hueso de la vida.
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