martes, 28 de marzo de 2017
Rosa Veiga Medero
El niño esta pidiendo en medio de la plaza,
tiene la pena en sus ojos y en sus pies la soledad descalza.
Sobre su cuerpo las vestiduras de la delgadez asustada.
Tres caballeros le miran desde el el salón de la abundancia.
Sigue pidiendo el niño, con el hambre aprendida,
mientras en su alma busca el refugio de su infancia,
donde habitan los recuerdos de sus padres y de su casa.
Con el desprecio asumido,
ante el niño pasan de largo
los señores de la abundancia como dioses o divinos.
Con la inocencia vestida el niño los
mira mira, pues no sabe que estos son
los ángeles de la muerte y
la mentira.
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