martes, 6 de noviembre de 2018

Sara Zapata






Mi abuela nunca verá 
a la mujer en que me he convertido.
No podré decirle 
que cuando me recojo el pelo
recuerdo sus tirones 
intentando domesticar 
la rebeldía de mi cabeza.
No sabrá que he vuelto a hacer punto,
que choco las agujas 
en interminables bufandas 
para abrigar ausencias. 
Mi abuela no sabrá 
que ya no lleno mi cuerpo de tiritas
para cubrir falsas heridas,
que las heridas de ahora 
se esconden bajo musgo 
en lugares en los que no llega la luz.
Mi abuela no leerá nunca 
ninguno de estos poemas 
escritos en tardes de nostalgias 
ni sonreirá al verme llegar 
cogida de tu mano.
Mi abuela no podrá ya conocerte
y yo no podré ver 
cómo bajas la mirada hacia el mantel
intentando ocultar tu timidez.
Pero sé que al despedirnos
sus manos de pan y albahaca 
apretarían fuertemente las mías 
para decirme sin palabras:
"Me gusta". 

  


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