El paisaje permanece
en quietud,
las nubes caminan
ajenas a las tormentas
que se avecinan.
Ya no hay agua
en el pozo de las
palabras.
El silencio queda ordenado
aritméticamente en el asfalto
de los puertos sin gaviotas.
Y percibo el olor de tus
entrañas en mis manos
agrietadas por las salinas
de tus intimidades.
***
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