VIENTOS Y COLORES DEL CAMINO
Mi camino va cambiando de colores
según la profundidad de mis pisadas.
La percepción ante mis gastados peldaños
no es la misma.
Si algún día fueras mi viento,
yo no dejaría de ser brisa,
aunque la mezcle con tu fuerza
para romper la arista que une
tu plano y el mío;
y aunque ya no sea yo,
qué importa, si el viento
ha cambiado su dirección.
El ocre de mi piel
se viste de sol reluciente
y el azul de tus ojos, de océano.
¡Qué grande lo veo ahora todo!
¡Qué dicha es saberse inmensa,
amada, como se ama a la vida!
Ahora que la fuerza empequeñece,
que los minutos apenas son perceptibles,
llega esta visión mía
de ver mi mundo diferente,
y confundo los fucsias
y anaranjados del ocaso,
con los tonos suaves de la aurora.
Aunque a veces un verde salvaje
rompa las esquinas
de mi encalada y pacífica alma.
Cuántas veces se ha roto mi interior,
cuántas gotas de agua salpicaron mis poros,
que al momento transformaba
en esencia de rosas para terminar
el camino elegido por mí.
Ahora, que le tiro un lazo al tiempo,
procuro no engullirlo,
lo atrapo y paladeo.
Y todos estos vientos me han llevado
al encuentro con la paz,
mi paz.
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